Existe un mundo detrás de las palabras, habladas o escritas. Los idiomas son hermosos, pero una redacción descuidada puede generar problemas, una coma puede hacer la diferencia positiva o negativa en el sentido de una frase. De manera similar a las palabras escritas, las palabras habladas se pueden malinterpretar por una entonación, un despiste o, en el trabajo, por un olvido, conocimientos deficientes o algún problema de personalidad.
Es justamente la importancia de la buena comunicación la que nos hace pensar en que los procesos de una empresa deben ser descritos con cuidado, evitando distorsiones y errores subjetivos.
¿Cómo aseguramos la calidad de nuestros procesos si permitimos que se personalicen o si dependen del supervisor de turno, del trabajador estrella o del principiante? ¿Y si los reunimos a todos y, en consenso, decidimos cómo deben ser los procesos de una empresa, cumpliendo normas, siguiendo las estrategias del negocio, aplicando la seguridad para todos y, en resumen, logrando el producto final que queremos? Luego, dejamos todo ese conocimiento por escrito, en el tipo de documentación adecuada, manuales, procedimientos, instrucciones y los utilizamos como la base de comunicación entre el personal, a través de toda la cadena de valor, supervisando su correcta aplicación.
Periódicamente, y de acuerdo con las novedades que surjan, tanto en los procesos como en el área de investigación y desarrollo, se actualizarán y tendremos las bases para trabajar con calidad a fin de lograr el éxito planificado.
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